27.10.13

Sintiendo el gas en los pulmones.

Darte cuenta de que necesitas mirarle a los ojos y decirle cuanto le amas en cada instante, pero sobre todo, en esos momentos en los que te sientes sola, en los que las cosas no van bien, cuando sabes que algo no va bien.
Y el no poder hacerlo, hace que te sientas raro ante el mundo, alguien de quien el mundo se ríe por no dejarte ser libre.
Esas putas ralladas que nos dan , que amenazan con dejarlo todo atrás, que nos subimos a una noria, y con ganas de vomitar todas las palabrerías que nos vienen a la mente, dejamos que se escapen entre el aliento de nuestros besos. Esos aires con olor a gas de discusión que provocan silencios mataderos, en los que en alguna locura, se encienda una cerilla.
Noches llenas de monotonía y bipolaridad en las que residen conversaciones estúpidas que solo complacen, sin sentido alguno.
Despedidas extrañas, y de vuelta complacientes, que solo quieren salir del apuro. Revueltas del pasado que no van a ningún sitio, nada más que ha doler.
Y que después de un mal momento, ya no tienes su necesidad, sino el querer dejarlo todo pasar, porque te da igual, porque la monotonía se te está comiendo. No quieres que llegue el momento de escapar, y no sabes como evitarlo.
No es todo tan malo, al fin y al cabo, lo sobrellevas.

15.4.13

Un poco de Jose Ángel Huesa.

Ella amará a otro hombre. Yo voy lejos, andando hacia el olvido, y puede suceder que alguien me nombre, pero ella fingirá no haber oído. 
Ella amará a otro hombre. El tiempo pasa y el amor finaliza, y es natural que lo que fue una brasa acabe convirtiéndose en ceniza.
Aunque nadie lo quiera, envejecen las vidas y las cosas, y es natural también que en primavera los rosales den rosas, es natural.
Por eso ella amará a otro hombre, y está bien. No se si ya olvidó mi último beso, ni me importa con quién. Pero quizás un día, oyendo una suave melodía, sentirá el palpitar de su corazón, o será algún vestido que yo le conocí, o el olor del jardín cuando ha llovido.
Pero algún día ha de pensar en mí, puede ser un gesto, o alguna de las calles, o un botón mal puesto, una hoja seca que voló al azar.
Y de alguna manera tendrá que recordarme, sin querer, escuchando unos pasos en la acera como los míos al atardecer. Será en algún momento, no importa cuándo o dónde, aquí o allá, porque el amor, por parecerse al viento, parece que se ha ido, y no se va. 
Y si en ese momento ella suspira y él pregunta por qué, le tendrá que inventar una mentira para que nunca sepa por qué fue. 
Y él no verá esa huella, eso tan mío que ya perdí, y aunque la pueda amar más que yo a ella, ella no podrá amarle más que a mi.