Mientras estaba sentada en el banco de la estación, esperando al tren, horas y horas, llegó.
Le vi acercarse por encima de las vias, desde lejos sonaba ese timbre tan odioso, y paró justo delante de mí.
Entonces le miré, de derecha a izquierda, todas sus puertas, ventanas, rejillas, vagones, ruedas...
Esperé tanto para coger ese, que en ese momento me dí cuenra de que no era realmente mi tren.
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